¡Comentad!

Hey chicos, me gustaría que comentaseis porque...
Me gusta saber lo que opináis. Os pensabais que iba a decir lo de: comentad porque un blog se alimenta de los comentarios ¿verdad? :P ¡Pues no!
Ahora enserio, comentad y decidme vuestras opiniones, y así yo me alimentaré de vuestra vitalidad... (Se ríe de forma malvada sin que nadie la mire.)
¡Nos vemos pronto! O Mejor... ¡Me leéis pronto!

lunes, 21 de abril de 2014

Creo en ti. Capítulo 1.


Ese día caminaba sin saber a dónde me dirigía, solo quería desaparecer; no estar en ninguna parte.
Parecía que mi mente no me haría caso nunca pues seguía repitiendo ese fatídico instante en el que mi corazón se rompió. 
Mis lágrimas caían por mis mejillas y me impedían ver por donde iba; de repente tropecé y caí al suelo.
No me levanté.
No tenía fuerzas.
Solo hubo alguien que se preocupó de mi caída...

-¿Estás bien?-Me preguntó una voz masculina mientras me ayudaba a incorporarme.
-Sí...-Mi voz sonó ronca.-Gracias.-Dije sin dejar de mirar en ningún momento al suelo. 
El chico me soltó y continué andando en mi trance.
Tras varias calles caminando las lágrimas terminaron por terminarse, y el dolor de mi corazón dejó paso a un creciente dolor en mi rodilla.
Volví a tropezar.
-Hey-escuché pisadas y alguien apareció ante mi a los pocos segundos.-Parece que eres muy torpe ¿eh?-dijo con una sonrisa sarcástica en su cara. Se levantó y me ofreció su mano.
Sin darme cuenta las lágrimas que ya creía inexistentes comenzaron a brotar de nuevo de mis ojos.
-Hey, solo era una broma-el chico se agachó nuevamente junto a mi, sus ojos estaban llenos de preocupación.
Solo este hecho hizo que llorase aún más y, no me enorgullezco de ello, como una cría de 5 años a la que le había roto su muñeca favorita.
-No llores más.-Dijo llevándome a sus brazos.-Una princesa está más hermosa cuando sonríe.-Me susurró mientras me abrazaba fuertemente.
No sé por qué, pero me sentí segura en ese lugar, sentí como si perteneciera ahí. 
-¿Estás mejor?-Me preguntó después de un rato cuando dejé de llorar y temblar.
-Sí, lo siento.-Dije sintiéndome repentinamente vergonzosa, acababa de ser reconfortada por un extraño que de nada conocía.
-No te disculpes.-Dijo con una gran sonrisa mientras me revolvía el pelo. Se levantó y me ofreció una mano.
-Gracias.-Dije aceptando su mano.- Estoy bien, de verdad, muchas gracias.
-Yo no diría tan a la ligera que estás bien.-Dijo mientras miraba a mis piernas, seguí su mirada y vi que mi rodilla estaba sangrando.
-¡Ah! No es nada, no me duele.-Dije y ande para demostrárselo.-Gracias por preocuparte; ahora debería irme. 
-Ah no, no dejaré que la princesa vaya andando herida a casa.-Antes de que me diera cuenta me había cogido en brazos.
-¿A dónde me llevas?-Le grité asustada de que se tratara de un psicópata.
-Voy a curarte la rodilla.-Dijo tranquilamente y, aunque debería haber intentado hacer que me soltado y huir, una parte de mí me dijo que podía confiar en él; decidí confiar en esa parte.
Me agarré a su cuello y dejé que me llevara a donde fuera. Supongo que en algún momento me quedé dormida en sus brazos, pues cuando volví a abrir los ojos lo escuché diciendo:
-Ya estamos.-Susurró las palabras dulcemente en mi oído antes de dejarme recostada en una blandita cama.
-¿Hum?-Bostecé y me estiré para despertarme.-¿Dónde estoy?
-En mi casa.-Dijo el chico mirando mis ojos, calculando mi reacción.
-¿Tu casa?-Miré alrededor. Su casa constaba de una habitación que hacia las veces de dormitorio como de comedor y armario, y otras tres puertas.
Al ver que no salia corriendo como una loca, agitando los brazos y gritando: "Sálvese quien pueda". Se dirigió a una de las puertas y al abrirla vi que se trataba del baño. 
Bien, ahora si tengo que huir sé que es una de las otras dos puertas. El pensamiento cruzó por mi cabeza antes de parecerme ridículo y desaparecer.
El chico volvió con un botiquín de primeros auxilios y le dejé ser cuando empezó a curarme la rodilla.
-Ya está.-Dijo minutos después y me miró con una sonrisa. Me sonrojé al darme cuenta de que le había estado mirando fijamente todo el tiempo; pero, siendo sinceros ¿quién podría resistirse? Tenia una cabellera castaña, unos ojos azules hipnotizantes, piel bronceada y un cuerpo... Su camisa dejaba claro que tenía músculos, pero no estaba tan musculoso como para dar miedo, y su sonrisa... Sí esa que me estaba dirigiendo ahora mismo, hacia que se te cayera la baba. 
-Gracias.-Dije apartando mi mirada y poniéndome en pie. 
-Supongo que debería llevarte ya a casa.-Dijo mi príncipe azul (por lo de sus ojos).
Con esa frase me dí cuenta de que ahora todo había cambiado...
-No.-Dije bruscamente.
-Esta bien, pero al menos te acompañaré un trecho del camino.-Dijo intentado aliviar la incómoda atmósfera que había creado sin querer.
-No,-dije esta vez más suavemente- no puedes llevarme a ninguna parte, porque no tengo ningún lugar en al que ir.-Evité su mirada.
Estuvimos callados unos minutos hasta que él miró a su alrededor y fue a una esquina de la habitación. 
-Está bien, supongo que podrías quedarte aquí durante un tiempo.
La miré extrañada. ¿De verdad iba a dejar que una desconocida a la que no conocía de nada se quedase en su piso?
Sus ojos me lo dijeron todo. Era bienvenida en su casa, me cuidaría.
-¿Por qué..?-Dejé sin terminar la pregunta, pero él entendió.
-No puedo perder a mi princesa nada más encontrarla.-Me dirigió una sonrisa que me derritió. No necesité nada más, asentí en acuerdo.
Tampoco puedo perder a mi príncipe justo después de haber sido rescatada, reconfortada y curada por él. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario